La crisis financiera del 2008, la mayor que ha visto el mundo desde la Gran Depresión de la década de 1930, no ha sido superada pese a las mayores exigencias de liquidez o de capital a los bancos. En la última década, una enorme nube gris amenaza con convertirse en la nueva tormenta financiera.

Las autoridades apenas pueden dimensionarla, pero aún carecen de políticas para controlarla. A ese riesgo que ronda al sistema financiero mundial se lo conoce con el nombre de banca en la sombra (shadow banking, en inglés) y viene creciendo desde el 2008. El nombre fue acuñado por el economista Paul McCulley en el 2007, durante un discurso en un evento de la Reserva Federal de Kansas City, en Estados Unidos. Así se refirió a las instituciones financieras no bancarias que hacían lo que los economistas denominan “transformación de vencimientos”. Los bancos comerciales lo hacen cuando usan depósitos, que normalmente son a corto plazo, para financiar préstamos a más largo plazo.

Los bancos en la sombra hacen algo similar: captan fondos a corto plazo en los mercados monetarios y los usan para comprar activos con plazos de vencimiento más largos. “Pero al no estar sujetos a la regulación bancaria tradicional, en una emergencia no pueden tomar préstamos de la Reserva Federal y no tienen depositantes tradicionales cuyos recursos tienen cobertura de seguros”, explica Laura E. Kodres, subdirectora del Departamento de Mercados Monetarios y de Capitales del FMI. En la actualidad, la banca en la sombra se define como toda intermediación crediticia que se hace por fuera del sistema bancario tradicional. Esa definición es muy amplia, pero el mercado del crédito también se ha expandido a nuevos actores que, además, no están regulados, por ejemplo, fondos de cobertura (hedge funds), fondos de capital de riesgo, vehículos de inversión estructurados (SIV, por sus siglas en inglés), ‘business angels’, el financiamiento colectivo o ‘crowdfunding’, además de una serie de productos y derivados financieros.

Así, entidades y operaciones de crédito no están controladas por autoridades como la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central Europeo, por lo que tampoco hay la obligación de cumplir requisitos mínimos de liquidez o capital. Incluso, las entidades pueden operar digitalmente, sin oficinas físicas. Otras, en cambio, realizan operaciones que no constan en sus balances y, por tanto, escapan del control regulatorio. Ejemplo: un banco le pide crédito a un fondo de inversión para -a su vez- prestarle a una empresa. Es decir, pide crédito para dar crédito. Pero, ¿qué pasa cuando el banco no tiene cómo pagar? Si el banco entregó como garantía la cartera de crédito de sus clientes, es una transacción peligrosa. Legal, pero peligrosa, dice Cecilia Barría en una nota de la BBC, publicada en abril pasado. A esta deuda que se paga con deuda se conoce técnicamente como “garantía adicional o garantía prendaria”, un mecanismo financiero que puede estar respaldado en humo. Y como estas operaciones no están sometidas a las regulaciones tradicionales, muchas veces no queda registro de la cantidad de dinero que mueven. Eso es un gran riesgo para la estabilidad financiera del mundo y las autoridades lo saben. Fue el tema de conversación en la reunión del Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, un organismo independiente que se creó tras la crisis del 2008 para detectar las amenazas a la estabilidad financiera.

Este Consejo se reunió en septiembre pasado y una de sus conclusiones fue que la banca en la sombra amenaza la estabilidad financiera en Europa, debido a que tiene cada vez más importancia en la financiación de la economía. Actualmente representa el 40% del sistema financiero de la Unión Europea y sus activos superan los 42 billones de euros, dijo Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, quien pidió que se diseñen nuevos instrumentos para administrar ese riesgo.

El Financial Stability Board (FSB), un organismo internacional que monitorea y hace recomendaciones sobre el sistema financiero, publicó un informe en marzo pasado sobre la banca en la sombra global y advirtió que toda la intermediación financiera no bancaria sumó USD 160 billones en el 2016, lo que representó un 48% de todos los activos financieros globales. Dos años antes representaba el 40%. Para Kodres, la banca en la sombra simboliza una de las muchas deficiencias del sistema financiero que desembocaron en la crisis mundial del 2008, por lo que debiera ser regulada. Sin embargo, esa banca paralela permite que el crédito fluya a lugares donde no llega la banca tradicional.

La propia FSB cree que el financiamiento no bancario provee una “valiosa alternativa” al crédito bancario y ayuda a respaldar la actividad económica real. “Para muchas empresas y familias es una fuente bien recibida de diversificación de la oferta de crédito y provee una sana competencia para los bancos”. Pero si no están sujetos a una supervisión y regulación adecuadas, también pueden constituir una fuente de riesgo sistémico. Basta recordar cómo nació la crisis financiera del 2008, cuando entidades no reguladas -creadas incluso por bancos regulados-, ayudaron a transformar hipotecas basura (subprime) en títulos que contagiaron al sistema financiero.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: https://www.elcomercio.com/tendencias/banca-sombra-nuevo-riesgo-mundial.html.